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¿Desde cuándo existe Ibeas?

Los primeros documentos escritos que dan cuenta de su existencia se remontan al siglo X, a la época en la que se estaba formando Castilla, la primitiva y vieja Castilla. El más antiguo conocido es del año 921. Es decir, de algo más de mil años. Ese año, por el Becerro Gótico de Cardeña, consta la donación que hace el conde Gonzalo, hijo del fundador de Burgos Diego Porcelos, al Mº de Cardeña de unos molinos que poseía entre Villalbura y Castrillo del Val, exactamente, se dice, «en aguas de Ebeia». Ese mismo año, por otro documento, el Monasterio de Cardeña compraba al matrimonio Velasco y Vila una tierra que poseían «en la villa que llaman Ebeia, junto a nuestros molinos».
El siguiente documento es del año 970. El abad de un pequeño monasterio fundado en San Adrián de Juarros compra ciertos derechos sobre un molino “que se conoce como Fuente Navarra, situado en el río de Ibeas, en términos de Cuzcurrita”.
A partir del año mil, ya en el siglo XI, se van haciendo más frecuentes las menciones de Ibeas, casi siempre tratándose de operaciones de compraventa o donaciones de tierras y de derechos sobre molinos construidos junto al cauce del río Arlanzón.

A partir de estos datos iniciales podemos hacer ya algunas consideraciones:

•    Toponimia:

–    El lugar se denomina EBEIA. Ebeia, según los especialistas, es una voz de origen vasco, derivada del vocablo IBAI-A, que significa lugar junto al río o simplemente Vega. Eso sería etimológicamente Ibeas, un lugar junto al río. Más tarde – aparece por vez primera en 1032- se le añadiría el nombre común de Juarros, también derivado del vasco Zubarro o Zugarro que significa olmo.

•    Orígenes del pueblo:

–    Los orígenes de Ibeas hay que ponerlos, sin duda, en relación con el proceso de conquista y repoblación protagonizados por los cristianos del Norte, que, arrancando de Covadonga allá por el año 720, se expanden en lucha contra los árabes hasta llegar a estas tierras. Eso debió ocurrir entre los años 800 y 900. Es entonces cuando toda esta comarca del Alto Arlanzón se va llenando de asentamientos humanos estables y duraderos.

Demografía – Población

A partir del año 800, surgen por estas tierras del Arlanzón un buen número de pequeños poblados. En un primer momento se construyen algunas fortalezas militares, mientras que a su sombra y bajo su protección van surgiendo pequeñas aldeas, entre ellas una llamada Ibeas, habitada por familias campesinas.

En unos casos serían familias autóctonas de la zona, grupos desorganizados que refugiados en cuevas naturales, habrían podido sobrevivir a las dificultades de habitar durante más de tres siglos en una región políticamente de nadie.
Y en otros casos, en su mayoría, se trataría de familias venidas de territorios navarros o vascos, que llegan con idea de quedarse definitivamente, así nos fueron dejando sus nombres de origen vasco: Alarcia, Uzquiza, Galarde, Zalduendo, Cuzcurrita, Agés, Ibeas, Juarros…

Aquellos primeros pobladores, pioneros, fueron roturando los campos, levantando sus viviendas e iglesias, cercando huertos y linares, construyendo puentes, fuentes, caminos e instalando molinos junto al río.

El asentamiento de Ibeas debió surgir en los primeros momentos, todavía en el siglo IX y bien protegido frente a posibles ataques árabes por las fortalezas de Arlanzón, Burgos y Santa Cruz de Juarros. Ibeas contaba con todo lo necesario para vivir con dignidad: buenas y abundantes aguas, al abrigo de los vientos y con productos variados, desde el trigo, la cebada o centeno, al lino o productos de huerta, ganadería, caza y pesca.

De ahí que tendiera pronto a concentrarse la población en torno a la vega, en torno a Ibeas, y en pocos años pasara a convertirse en una de las zonas más densamente pobladas de todo el reino castellano.

Según consta por documentación de la Edad Media, en las inmediaciones de Ibeas surgieron varias aldeas y monasterios que llegaron a tener su propio término y jurisdicción:

  • Hacia Arlanzón y antes de llegar a Villalbura: Monasterio de San Mamés (1039) 
  • Hacia Cuzcurrita: Monasterio de San Cristóbal de Ibeas (1107), la aldea de San Andrés de Ibeas y la villa de San Millán de Juarros (1151)
  • Hacia Castrillo del Val y Villabáscones (San Medel): Villasendino, Santa Coloma o Castrillo de la Vega, actualmente despoblados.

Escudo y bandera

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Durante el año 2001 el Ayuntamiento de Ibeas de Juarros procedió a la aprobación del Escudo Heráldico del municipio, de acuerdo con el estudio realizado por el Cronista Oficial de la Provincia, D. Fray Valentín de la Cruz.

En dicho estudio el Cronista halló en tiempos pasados una armería usada por el Concejo de Ibeas, definida de la siguiente manera: “Sencillo de azur, cargado con paloma azorada, de plata”, si bien advierte que los esmaltes son suposiciones del cronista, al no figurar en los documentos los colores o signos que los identifiquen.”

El Cronista hace referencia en el estudio a la “situación geográfica de la villa, a tres leguas escasas de la Plaza Mayor de Burgos”, que “favoreció el tendido de un camino que en el mismo Ibeas se bifurcaba hacia el Valle del Ebro y hacia la Sierra de la Demanda”. De esta manera se inició una época de prosperidad en la villa, al que contribuye en el “siglo VIII un nuevo camino, el Río Arlanzón, que trajo consigo una incipiente industria papelera”.

En las décadas finales del siglo XX Ibeas ha unido su nombre al de la Sierra de Atapuerca. La Cueva “ya se encontraba documentada hace siglos, pero guardaba un secreto impensado: El testimonio de la vida humana, allí desarrollada desde hace casi mil milenios, cientos de miles de años”.

Por otro lado el Cronista indica que “la actual Villa no supera los once siglos de existencia. La hallamos documentada por primera vez en el año 921 de Jesucristo, día 3 de febrero. El documento lo dicta don Gonzalo Díaz, hijo del conde don Diego, fundador de Burgos”. La aparición de la villa sucede en “otro contexto histórico e ideológico llamado Reconquista de España”  en el que “tras la fundación de la ciudad y castillo de Burgos (884) pudo recuperarse y repoblarse el Alto Arlanzón”.

En base a dicha Memoria, la Armería propuesta por el cronista y aprobada por el Ayuntamiento es la siguiente:

ESCUDO partido. Primero: En oro, árbol de la Vida en sinople, frutado en gules. (El árbol será remedo del aceptado por los miniaturistas medievales, inspirados en Oriente). Segundo: en gules, castillo de oro, donjonado, mazonado de sable y aclarado de azur; surmontado de paloma azorada, de plata. Al timbre corona real cerrada.

Posteriormente en el año 2001 se procedió a la aprobación de la Bandera Municipal, según Memoria realizada por el mismo cronista, en la que indica que “ésta debe tomar los colores o esmaltes pertinentes y el mismo Escudo ha de campear en la Bandera”. También se hace referencia a las Ordenanzas actuales en las que se indica que “las Banderas de los Concejos han de ser cuadradas, disposición que ya sancionó el rey Alfonso X en el siglo XIII”.



Según dicha Memoria pues, la Bandera de la Villa de Ibeas se ordena de la siguiente manera:

Cuadrada, o de 1:1. Bandera tricolor. Junto al mástil cinco dientes de sierra de 0,3 de alto. Resto: Mitas superior amarillo, mitad inferior rojo. En el corazón de la bandera campeará el ESCUDO MUNICIPAL.

Comunicaciones

Esta alta densidad de población, justificada por unas condiciones favorables del terreno, tuvo como factor clave, la concentración de las vías de comunicación. Ibeas fue en la Edad Media, una gran encrucijada de caminos.
Por su término pasaban entonces tres Caminos Reales: el Camino Viejo real, el Camino Real Francés y el Camino Real de la lana.

  1. De estos Caminos, el más antiguo y principal fue el Camino Viejo (la “cañada”), el auténtico Camino de Santiago.
  • Durante la Edad Media, en la gran época de las peregrinaciones, el Camino de Santiago pasaba por aquí. Era el Camino que venía desde Arlanzón siguiendo el río y adonde llegaba desde Villafranca Montes de Oca. Después de cruzar Arlanzón, seguía por Villalbura e Ibeas, para continuar por Hospital Yermo, Castrillo de la Vega, San Martín del Río, San Medel, Castañares y Burgos.
  • Por él se desplazaban los peregrinos. Antes del siglo XII, todos, y a partir de mediados del siglo XII, una parte; ya que la otra optaría por dirigirse desde Villafranca Montes de Oca a San Juan de Ortega por Valdefuentes y desde allí continuar hasta Burgos por Agés, Atapuerca, Orbaneja y Villafría.
  • Esta nueva ruta que acabará por ser considerada la clásica, no era sino una desviación del camino principal; desviación provocada por el Santo Juan de Ortega cuando se le ocurre fundar un Monasterio en lo más espeso y peligroso de los Montes de Oca y construir a la vez allí un albergue para los peregrinos.
  • Sin embargo, a finales de la Edad Media, en el siglo XV, cuando el Monasterio de S. Juan de Ortega había adquirido una gran popularidad por su hospitalidad, un peregrino alemán, escribía en una Guía para peregrinos  que “al llegar a Villafranca había dos caminos para cruzar los Montes de Oca y llegar hasta Burgos. El camino de la mano izquierda (Arlanzón-Ibeas) es el mejor y más cuidado, aunque los peregrinos prefieren el de la derecha para recibir limosna en el Monasterio de S. Juan de Ortega, done tienen un hospital
  1. El Camino Real antiguo, a partir del siglo XVI, iría perdiendo fuerza, cuando se abre una nueva ruta a modo de ramal del anterior, desde Valdefuentes en línea recta hasta aquí, pasando por Zalduendo, en lo que acabó por convertirse en la carretera actual.
  • Su paso por Ibeas hizo que las nuevas casas fueran desplazándose ligeramente del entorno de la iglesia para alinearse a la orilla del nuevo camino.
  • No es de extrañar que el Camino de Santiago viniera por aquí, siguiendo el río Arlanzón. A fin de cuentas esta zona era, la más poblada y la más segura entre Villafranca y Burgos, y la que podía ofrecer una mejor infraestructura asistencial.
  1. Y un tercer Camino Real, el que unía la Sierra burgalesa y soriana con Briviesca y con los puertos del Cantábrico, atravesando los Juarros, o Los Ausines.
  • Este Camino tuvo mucha importancia en los siglos XV y XVI. Servía para abastecer de leña y carbón a la ciudad de Burgos, pero sobre todo fue utilizado para el tránsito de los ganados trashumantes y el transporte de la lana. De hecho se le conocerá como la ruta de la lana.
  • Aparte de los tres Caminos Reales citados, había otros caminos de ámbito local, como el Camino de Carresalineros, el de San Yuste, el de Valdeollas, el de Prado Anillo, o el Camino del Seco, que unía a Ibeas con el Puente de los Desterrados de Castrillo del Val.
  • Sin embargo toda esa infraestructura viaria y comercial no fue del todo provechosa para Íbeas, ya que benefició más a sus vecinos de San Cristóbal de Ibeas, San Andrés de Juarros y San Millán de Juarros.

Monasterio de San Cristóbal

En los últimos años del siglo XI, época en que se había impuesto la señorialización y es la nobleza la propietaria de la tierra, el mayor propietario en Ibeas era un noble de la corte del rey Alfonso VI, Alvar Díaz, quien fundó el Mº de San Cristóbal de Ibeas, el cual llegó a alcanzar un extraordinario poder económico y político (monasterio del que apenas quedan hoy algunas paredes junto al cementerio de San Millán).

Para el sostenimiento de la comunidad, el rey hace entrega al monasterio de la tercera parte del término que hoy coincidiría con el de San Millán de Juarros.

Tras esta decisión los vecinos de Ibeas que trabajaban en esas tierras, pasaban a ser vasallos y renteros del nuevo monasterio. Pero el detrimento de Ibeas iba en aumento, ya que lo primero que hizo el rey fue fomentar el poblamiento en las inmediaciones del Monasterio, así Ibeas iba quedando orillado, con un término reducido y de menor fertilidad. En esa delicada situación debió permanecer entre los siglos XIII y XIV.

Ahora bien, aquella mala situación pronto se vió superada. En el siglo XVI hay datos suficientes para pensar que Ibeas se recuperó como una villa próspera, coincidiendo con el reinado de los Reyes Católicos y durante el siglo XVI.

Algunos datos lo confirman:

  • En primer lugar, el aumento del número de habitantes: en 1587 se llega a alcanzar la importante cifra de 40 vecinos.
  • Otro dato significativo es el de la ampliación de las zonas de cultivo dentro de su término mediante nuevas roturaciones.
  • Abundantes conflictos con el abad de San Cristóbal, en los que Ibeas contó con la colaboración de sus otros socios, los miembros de la llamada Junta de Juarros.
  • Restos de algunas nobles casas, como las del antiguo hospital, levantadas junto a la iglesia, o la misma iglesia, sin duda reconstruida sobre otra anterior románica, con sus bellas trazas gótico-isabelinas y su elegante retablo mayor.


Aquel crecimiento del siglo XVI estuvo en estrecha relación con el auge de la ciudad de Burgos, a la que Ibeas podía suministrar productos alimenticios y textiles, y en relación con el comercio internacional de la lana, donde Ibeas, por su condición de encrucijada de caminos, ejerció un importante papel.


He aquí un amplio abanico de actividades (agricultura, ganadería, caza, pesca, artesanía y comercio), que permitieron a los vecinos de Ibeas vivir en el pasado con dignidad, en libertad y solidaridad vecinal.

Hoy, como ayer, la cercanía de la ciudad, del río y los caminos que atraviesan el municipio siguen construyendo sus más preciadas señas de identidad.

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